Las desigualdades educativas causan más muertes que el consumo del tabaco en España

Además, las desigualdades de género también influyen en la atención médica y en los diagnósticos de algunas enfermedades.

Desigualdades sanitarias (Foto: Freepik)
7 septiembre 2023 | 12:15 h
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El riesgo de mortalidad por desigualdades educativas es mayor que por el consumo de tabaco. En España, en el periodo 2016-2019, se produjeron 64.960 muertes relacionadas con esta falta de equidad, mientras que por tabaco se registraron 54.772 muertes. Esta conclusión la ha compartido un grupo de investigadores en la XLI Reunión Anual de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE) y el XVIII Congresso da Associaçao Portuguesa de Epidemiología (APE), celebrado en Oporto la semana del 5 de septiembre.

Este encuentro científico reúne a investigadores con el objetivo de tratar la influencia del género y la situación socioeconómica como arma de desigualdad, y fomentar la perspectiva en la investigación epidemiológica y en los estudios relacionados con la salud.

El investigador Ramón y Cajal del Centro de Estudios Demográficos de Barcelona y autor del estudio, Sergi Trias-Llimós, asegura que las personas que tienen “un nivel educativo más bajo, presentan tasas de mortalidad más altas”. En estas desigualdades intervienen múltiples factores. “Todo ello contribuye a que las clases sociales más altas gocen de mejor salud y, por tanto, de una mayor esperanza de vida”, afirma Trias-Llimós.´

“Estas desigualdades son un desafío para la salud pública. En muchas ocasiones se estudian desde una única perspectiva y hay que analizarlas desde distintos prismas para poder involucrar a quienes ponen en marcha las políticas públicas”, precisa el experto.

“Aunque las políticas de salud pública generalmente se han centrado en cambiar los estilos de vida, este estudio muestra que la eliminación de las desigualdades estructurales tendría un impacto muy relevante”

Además, el investigador afirma que si hubiera menos población de bajos ingresos y con opciones a mejores niveles educativos y sociales, un18% de los fallecimientos podrían evitarse. En los hombres se evitarían las muertes por enfermedades cardiovasculares, respiratorias, cánceres o infecciosas. Mientras que las mujeres, una gran parte evitarían riesgos por enfermedades de corazón, endocrinas o infecciosas.

“Aunque las políticas de salud pública generalmente se han centrado en cambiar los estilos de vida, este estudio muestra que la eliminación de las desigualdades estructurales tendría un impacto muy relevante”, añade el investigador.

RIESGOS ASOCIADOS AL GÉNERO

Mientras que los hombres desempeñan labores que requieren mayor esfuerzo físico, los trabajos que desempeñan las mujeres están expuestos a productos químicos o movimientos repetidos que pueden afectar a su salud. Esta distinción determina que, según el género, las personas están expuestas a unos u otros riesgos o desigualdades de salud.

“Hombres y mujeres accedemos de manera diferente al sistema de salud y el sistema de salud también responde de manera diferente, ya que el conocimiento que se aplica en la práctica clínica parte de una investigación que ha priorizado el conocimiento sobre la salud de los hombres y ha perpetuado estereotipos de género”, afirma Elisa Chilet, investigadora y docente de la Universidad Miguel Hernández de Elche, que imparte un curso sobre las desigualdades en salud con perspectiva de género.

“Se tiende a interpretar los síntomas y quejas de las mujeres como exagerados y a atribuirlos a causas psicosomáticas y no físicas”

Además, Chilet afirma que un estudio publicado en 2019 en Nature Communications que las mujeres reciben los diagnósticos cuatro años más tarde que los hombres. Aunque el motivo es incierto, se sabe que no es la única consecuencia de desigualdad, “también lo son el infratratamiento en las enfermedades del corazón, una mayor prescripción de analgésicos, más diagnósticos depresivos y ansiosos y, por el contrario, infradiagnóstico de otras patologías mentales”, explica la Sociedad Española de Epidemiología (SEE).

“Se tiende a interpretar los síntomas y quejas de las mujeres como exagerados y a atribuirlos a causas psicosomáticas y no físicas”, afirma la investigadora, y habla de los dolores “incapacitantes” que sufren muchas mujeres durante la menstruación. “Tienen que escuchar una y otra vez eso de que el periodo duele y no se ha considerado un problema de salud importante a estudiar”, añade.

Además, asegura que la actitud del personal médico en el momento del parto, en algunas ocasiones, es paternalista. “Se parte de la premisa de que las mujeres deben ser estoicas durante el parto a pesar del dolor”, señala.

INICIATIVAS FRENTE A LA DESIGUALDAD

Gracias a una consciencia social dentro del ámbito de la salud, los facultativos reconocen que la situación debe cambiar y, por este motivo, han surgido iniciativas en la práctica clínica sobre las cuestiones de género. “Sin embargo, teniendo en cuenta que hace más de 30 años que estamos discutiendo sobre estos sesgos, el avance es lento”, apunta Chilet.

La investigadora reconoce que la epidemiología puede ofrecer datos sobre la prevalencia de enfermedades entre sexos, el acceso a la atención médica o los comportamientos de riesgo. “La investigación que no incluya la perspectiva de género será una fotografía parcial de la realidad que nos llevará a soluciones que no benefician de manera equitativa a la población”, afirma.

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