'Tatuaje Solidario', la iniciativa que "pone punto y aparte al cáncer de mama"

Este proyecto une a más de 30 estudios de tatuaje y micro-pigmentación para ayudar a las supervivientes de cáncer de mama que hayan pasado por una mastectomía

Enfermedad de las mujeres (Foto. Freepik)
Enfermedad de las mujeres (Foto. Freepik)
Agustina Uhrig
19 octubre 2021 | 00:00 h

“No se trata solo de un tatuaje, es algo más profundo emocionalmente. Es un punto y aparte en el duro proceso del cáncer de mama”, asegura Javier Jiménez, tatuador deRolling Tattoo Málaga. Su estudio fue el primero de la Costa del Sol en formar parte de uno de los más de 30 centros que a día de hoy conforman la iniciativa ‘Tatuaje Solidario’ por el cáncer de mama.

Reconstrucción estética de areola y pezón en ambas mamas mediante técnica de tatuaje. (Foto. Rolling Tattoo Málaga)La mastectomía es uno de los tratamientos más frecuentes del cáncer de mama. Consiste en la extirpación, parcial o total, del pecho. En algunas mujeres – las principales afectadas por este tipo de cáncer –, se intervienen ambos senos por prevención. Esta operación puede suponer un impacto enorme en la autoestima de la paciente, por lo que la reconstrucción mamaria es una forma de "volver a la normalidad" tras superar la enfermedad.
Con el objetivo de ayudar a estas mujeres, nace la iniciativa ‘Tatuaje Solidario’, un proyecto que une diferentes estudios de tatuaje y micro-pigmentación “de forma desinteresada y solidaria” para “ayudar a aquellas personas que hayan sufrido una mastectomía por cáncer de mama, reconstruyendo sus pezones y areolas”, explica Javier. Este artista del tatuaje lleva desde 2017 participando en el proyecto y estima que realiza alrededor de diez reconstrucciones por año.

"Vienen a tu estudio a poner fin a un proceso muy duro a todos los niveles: llegan cansadas de pasar por quirófano, de pasar por tratamientos muy agresivos, de enfrentarse al espejo…"

Dependiendo de “la calidad de la piel y el estado de la cicatriz”, una reconstrucción de areola y pezón en ambas mamas puede llevarle a Javier alrededor de una hora y media. A este tiempo, añade el tatuador “hay que sumarle la atención que dedicamos a cada persona”. En este sentido, defiende que “salvando las distancias, los tatuadores tenemos algo de psicólogos y de curas: escuchamos, procuramos empatizar y además, somos los maestros de ceremonia del proceso de un tatuaje”.

Imagina, continúa Javier, “que vienen a tu estudio a poner fin a un proceso muy duro a todos los niveles: llegan cansadas de pasar por quirófano, de pasar por tratamientos muy agresivos, de enfrentarse al espejo… Cuando ves a estas personas romper a llorar o emocionarse delante del espejo tras su reconstrucción, entiendes y experimentas una de las mejores cosas que te pueden pasar como profesional”.

“El tatuaje tiene mucho de ritual y las personas, una vez en la cabina de trabajo, suelen abrirse emocionalmente y hablarte del significado que tiene el tatuaje para ellos o incluso de cosas más personales”. Tanto es así que incluso algunas supervivientes al cáncer le han “cogido el gustillo a la tinta” y han vuelto al estudio a tatuarse: “El tatuaje tiene mucho de terapéutico, ya sea una persona que pone punto final a su cáncer de mama u otra que rinde tributo a un ser querido o marca en su piel un recuerdo o momento importante en su vida”, concluye el artista.

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