Nuevos estudios sugieren que la Covid-19 prolongada es más común de lo que se pensaba

Entre los síntomas más frecuentes en las cinco semanas posteriores tras superar la infección se encuentran fatiga (11,8%), tos, (11%), dolor de cabeza (10%) y dolor muscular (7,7%).

Científico analizando muestras de sangre en un microscopio (Foto. Freepik)
Científico analizando muestras de sangre en un microscopio (Foto. Freepik)
CS
19 abril 2021 | 00:00 h
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Un número creciente de personas que han conseguido superar la Covid-19, enfermedad provocada por el SARS-CoV-2, continúa experimentando efectos a largo plazo. Hablamos de Covid-19 prolongado sobre el que nuevos estudios indican ahora que es más habitual de lo que se pensaba y podríamos estar hablando de millones de personas afectadas en todo el mundo si tenemos en cuenta la elevada cantidad de personas que han conseguido derrotar al virus.

Una encuesta realizada el pasado mes de marzo por la Oficina de Estadísticas Nacionales de Reino Unido encuestó a más de 20.000 personas que habían sido diagnosticados con Covid-19. Este trabajo ha encontrado que uno de cada cinco de los que habían superado la enfermedad informaba de la presencia de síntomas después de cinco semanas. El 13,7% manifestó la persistencia de algunos síntomas hasta 12 semanas después de haber superado la enfermedad.

Entre los síntomas más comunes en las referidas cinco semanas aparecen la fatiga (11,8%), tos, (11%), dolor de cabeza (10%) y dolor muscular (7,7%). La pérdida del gusto y del olfato que afectaron al 6,3% de los participantes. Los responsables del estudio extrapolaron los resultados a las cifras generales de Reino Unido sugiriendo que más de un millón de personas podrían haber experimentado síntomas prolongados de la enfermedad una vez se había conseguido superar esta.

Los estudios también han demostrado la sorprendente variedad de efectos agudos que el coronavirus puede tener en nuestro organismo afectando desde al sistema respiratorio y cardiovascular a provocar problemas neurológicos, psicológicos o renales. El hecho de que ahora la Covid-19 se considere una enfermedad que puede afectar a múltiples órganos puede traducirse en un espectro más amplio de síntomas prolongados.

Los síntomas prolongados más habituales de la enfermedad incluyen fatiga, dificultad para respirar, confusión mental, pérdida de los sentidos del gusto y del olfato, ansiedad, depresión, trastorno de estrés postraumático, dolor de cabeza y dificultades para dormir

En este sentido un reciente estudio cuyos resultados han sido publicados por Nature revela que los síntomas prolongados más habituales de la enfermedad incluyen fatiga, dificultad para respirar, confusión mental, pérdida de los sentidos del gusto y del olfato, ansiedad, depresión, trastorno de estrés postraumático, dolor de cabeza y dificultades para dormir. Motivo por el que los expertos instan a las autoridades sanitarias a que los pacientes que han superado la Covid-19 y se encuentran en esta situación deben ser atendidos bajo un enfoque multidisciplinar para que no solo se centre la atención en los problemas físicos sino también en las consecuencias para su salud mental.

Si bien parece que las personas que han cursado la enfermedad de forma más grave y requirieron hospitalización presentan un mayor riesgo, esto no significa que los individuos que han cursado la Covid-19 de forma asintomática o leve no puedan experimentar durante un tiempo algunos de estos efectos una vez han conseguido ganar la batalla librada contra el virus.

Un reciente estudio cuyos resultados han sido publicados en JAMA Network y que ha sido realizado por investigadores del instituto Karolinska, ha revelado que el 10% de un grupo de profesionales sanitarios que habían cursado la Covid-19 de forma leve, continúa experimentando al menos un síntoma de forma los suficientemente grave como para afectar a su vida diaria.  Entre los problemas más destacados encontramos la pérdida de gusto u olfato, fatiga y problemas respiratorios. Si bien la muestra del estudio es reducida y sus resultados deben ser interpretados con cautela, otros estudios sugieren conclusiones muy similares.

No están claras las causas que provocan esta situación. Puede ser que queden restos del virus en el organismo o que los síntomas sean el resultado del daño provocado por nuestra propia respuesta inmunitaria. Afortunadamente se está ampliando la evidencia científica y las esperanzas se encuentran puestas en las vacunas que han demostrado reducir notablemente el riesgo de padecer la enfermedad de forma grave.

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