Concienciación social y falta de políticas nacionales, grandes retos de la vacunación de los adultos

Durante décadas, los programas de vacunación infantiles han gozado de amplias coberturas en la mayoría de los países europeos, pero no ha sido así en el caso de los adultos.

Profesional sanitario administrando una vacuna a una mujer (Foto. Freepik)
Profesional sanitario administrando una vacuna a una mujer (Foto. Freepik)

La vacunación en todas las etapas de la vida continúa siendo una asignatura pendiente para la mayoría de los países, a pesar de que el éxito de los programas de vacunación a gran escala es indudable desde una perspectiva de salud pública. Las sociedad tienen asumida la importancia de la inmunización en la edad pediátrica, pero esta conciencia parece diluirse a medida que cumplimos años lo que eleva los riesgos tanto individuales como de salud pública, tal y como ha quedado demostrado con la pandemia provocada por el SARS-CoV-2.

La fotografía planteada cobra especial relevancia en un contexto demográfico de constante y rápido envejecimiento de la población en Europa. Las estimaciones apuntan a que para el año 2025 la proporción de adultos europeos mayores de 50 años alcanzará el 50% de la población de total de la Unión Europea.

A medida que envejecemos se produce un proceso conocido como "inmunosenescencia", es decir, los cambios que se producen en el sistema inmunitario como consecuencia del envejecimiento y que afectan tanto a la inmunidad innata como adaptativa. Estos cambios aumentan la predisposición a padecer enfermedades infecciosas, por lo que recibir todas las vacunas establecidas en los calendarios de inmunización a lo largo de toda la vida es fundamental. No olvidemos que el envejecimiento está asociado además a un aumento de la prevalencia de las enfermedades crónicas cuyos riesgos y complicaciones se ven incrementados en caso de contraer algún tipo de enfermedad infecciosa.

Pero no todo depende de la conciencia social en los grupos etarios sobre los beneficios de la vacunación. Durante décadas, los programas de vacunación infantiles han gozado de amplias coberturas en la mayoría de los países europeos, pero no ha sido así en el caso de los adultos. Una revisión de los Planes Nacionales de Inmunización ha puesto de relieve la variabilidad significativa que existe entre los distintos Estados miembros de la Unión Europea en sus recomendaciones de vacunación en adultos. Otro estudio critica que, incluso cuando estas recomendaciones existen, la financiación de dichas vacunas no ha sido provista de forma consistente o los sistemas sanitarios no han sabido adaptarse.

Las estimaciones apuntan a que para el año 2025 la proporción de adultos europeos mayores de 50 años alcanzará el 50% de la población de total de la Unión Europea

En este sentido, un estudio ha hallado que antes de la crisis sanitaria causada por la Covid-19 en Europa, un gran número de países venían gastando menos de un 0,5% de sus presupuestos en programas de vacunación. Gran parte de este porcentaje estaba destinado a la inmunización infantil. Tan solo un reducido número de países recomiendan la vacunación del adulto y, entre los que lo hacen, las coberturas son significativamente menores que las reportadas en los niños.

La pandemia parece haber comenzado a cambiar esta percepción y aumentar la conciencia social sobre la vacunación en todas las etapas de la vida. Más allá de los sueros autorizados contra la Covid-19 existe un número significativo de vacunas que autorizadas que tienen como misión disminuir la prevalencia de las enfermedades infecciosas en la población adulta. Hablamos por ejemplo de las vacunas ya disponibles contra la gripe, herpes zóster, tétanos-difteria-tosferina (DTPa), infección neumocócica, hepatitis B, virus del papiloma humano y vacunas meningocócicas para adultos jóvenes.

De acuerdo con el último informe publicado por Vaccines Europe, en estos momentos la industria farmacéutica se encuentra desarrollando un total de 100 vacunas. De estas, 81 están destinadas a adultos y 52 (excluyendo los sueros contra la Covid-19), combinan distintas vacunas. El horizonte que se observa es prometedor, pero no basta con aumentar la conciencia social sobre la necesidad de vacunación en el edad adulta y con los avances que se están logrando desde los campos de la medicina y la industria farmacéutica. Para garantizar que tanto las vacunas que ya están disponibles como los futuros candidatos a vacuna que finalmente reciban luz verde por parte de los reguladores pertinentes lleguen a la población, es necesario contar con políticas nacionales y el un soporte estructural para que los ciudadanos europeos puedan aprovechar los beneficios de la inmunización.

En el caso de España, en diciembre de 2022 el Ministerio de Sanidad presentaba el Calendario de Vacunación a lo Largo de Toda la Vida. Este incluye importantes novedades como la vacunación frente a la meningitis B (a los dos, cuatro y 12 meses de edad), vacunación de los varones de 12 años de edad frente al virus del papiloma humano, vacunación contra la gripe de menores de entre seis meses y cinco años y, una de las novedades más destacadas, la vacunación frente al herpes zóster en población de 65 años (captación progresiva de cohortes de entre 6 y  80 años, comenzando por este último grupo). 

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