Ribera Povisa aúna ejercicio y hemodiálisis en su tratamiento de la enfermedad renal crónica

Los servicios de Rehabilitación y Nefrología del centro han puesto en marcha un Programa de Rehabilitación Intradiálisis para mejorar la calidad de vida de los pacientes con enfermedad renal crónica

La paciente Beatriz González Comesaña realiza ejercicios durante su sesión de hemodiálisis bajo la supervisión del fisioterapeuta Brais Sousa Estévez (Foto: Ribera)
La paciente Beatriz González Comesaña realiza ejercicios durante su sesión de hemodiálisis bajo la supervisión del fisioterapeuta Brais Sousa Estévez (Foto: Ribera)

Los servicios de Rehabilitación y Nefrología de Ribera Povisa han puesto en marcha un Programa de Rehabilitación Intradiálisis (PRID). La iniciativa permite que los pacientes con una enfermedad renal crónica realicen ejercicio terapéutico bajo la supervisión de un fisioterapeuta durante las sesiones de hemodiálisis en el hospital.

El Programa aporta numerosos beneficios a los pacientes, como son el aumento de la agilidad y flexibilidad corporal, la prevención de la sarcopenia y la osteopenia y el aumento de la energía. Además, ayuda a controlar la diabetes y el colesterol, refuerza los sistemas cardiovasculares y circulatorios, mejora el estado de ánimo y hace más llevaderas las sesiones de hemodiálisis.

Para determinar si la aplicación del Programa de Rehabilitación Intradiálisis está indicada para un paciente, el médico hace una evaluación inicial con la ayuda de varios cuestionarios cuando este acude a la consulta. A continuación, el servicio de Rehabilitación realiza varias pruebas funcionales para comprobar la situación del paciente y proponer un plan. 

El servicio de Rehabilitación, tras haber informado al paciente y a sus familiares, elabora un programa de ejercicios individualizado y específico para las condiciones físicas de cada persona

El servicio de Rehabilitación, tras haber informado al paciente y a sus familiares, elabora un programa de ejercicios individualizado y específico para las condiciones físicas de cada persona. En cuanto se inicia sesión de hemodiálisis, cuando el paciente está ya conectado al monitor, se realizan varias series de ejercicios aeróbicos, anaeróbicos y de fuerza, guiados por los profesionales sanitarios.

De este modo, el fisioterapeuta dirige las sesiones de 45 minutos, y se asegura de que los ejercicios se adecúan a las condiciones del paciente en el día del tratamiento. Si el paciente presenta dolores o bajadas de tensión, se ajustan los ejercicios o se suspende la actividad.

Además, tanto el médico como el fisioterapeuta realizan un seguimiento periódico de cada paciente para evaluar sus beneficios o modificar, si fuera necesario, la frecuencia, intensidad, duración y tipo de ejercicio. Por otro lado, también se instruye a los pacientes para que incluyan estas rutinas y ejercicios de forma autónoma en casa, una vez adaptados a sus condiciones.

Brais Sousa: “Lo que buscamos es mejorar la calidad de vida, hacer a los pacientes más funcionales, bajar los índices de discapacidad y, sobre todo, mejorar la fuerza y su capacidad aeróbica”

“Como es una patología crónica, lo que buscamos es mejorar la calidad de vida, hacer a los pacientes más funcionales, bajar los índices de discapacidad y, sobre todo, mejorar la fuerza y su capacidad aeróbica”, explica el fisioterapeutaBrais Sousa Estévez, que dirige las sesiones en la Unidad de Hemodiálisis de Povisa tres veces por semana.

El Programa comenzó a finales de febrero, y trabaja semanalmente con cuatro pacientes. “Tras los buenos resultados obtenidos en estos meses, esperamos poder ampliar el programa al resto de turnos de diálisis”, explica Carlos Cáceres, supervisor de Rehabilitación de Povisa, que añade que “La intención es que estos programas de ejercicios terapéuticos puedan ser aplicados en otros servicios y que se vean beneficiados pacientes de otros áreas, tales como los oncológicos, geriátricos o los ingresados en UCI”.

La implantación de este tipo de iniciativas es fundamental para tratar la enfermedad renal crónica, que afecta en España a aproximadamente siete millones de personas. De ellas, cerca de 64.600 se encuentran en tratamiento renal sustitutivo. Además, en la última década aumentó un 11% el número de pacientes que necesitaron diálisis o trasplante renal.

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