Hace unos meses, la ministra de Sanidad Dolors Montserrat apelaba al “espíritu de Barcelona’92” para aglutinar, en torno a la candidatura de Barcelona para acoger la Agencia Europea del Medicamento (EMA), la misma unidad alcanzada hace 25 años para la celebración de los Juegos Olímpicos en la ciudad condal. Así se mostró en las primeras reuniones entre el Ministerio de Sanidad, la Generalitat de Cataluña y el Ayuntamiento de Barcelona, para preparar la candidatura española en el mes de abril.
Sin embargo, los meses venideros han reflejado un incremento de las desavenencias políticas entre estas administraciones. Y esta inestabilidad institucional es la que ha podido terminar de influir a los ministros de los 27 estados miembros de la Unión Europea para no elegir finalmente a Barcelona como futura sede de la EMA.
La inestabilidad política en Cataluña ha podido influir en la decisión del Consejo de Asuntos Generales ante el temor de que un territorio europeo se independice de un Estado miembro como España
La Agencia Europea del Medicamento debía salir de Londres después de que el 51,9% de los ciudadanos del Reino Unido votaran por la salida de la Unión Europea en el referéndum celebrado en junio de 2016. Tras ello, comenzaron las negociaciones entre el país británico y las instituciones europeas para fijar las condiciones de dicha salida. Entre ellas, estaba la recolocación de la EMA y la EBA (Autoridad Bancaria Europea).
Con este contexto, habría podido pesar entre los ministros europeos la posibilidad de que otro territorio europeo, en este caso Cataluña, se independizara de un Estado miembro como es España. Si eso ocurriera, y Barcelona hubiera sido elegida para la EMA, dejaría en un periodo de incertidumbre el traslado de este organismo europeo.
Así, las dudas sobre la gestión de este conflicto han podido primar sobre el resto de virtudes técnicas que habían colocado a Barcelona como una de las principales favoritas. Entre ellas, el potencial de la industria farmacéutica de la propia ciudad y del resto del país, las instalaciones de la Torre Glòries como futura sede o la buena valoración de los trabajadores sobre el proceso de transición o las infraestructuras de Barcelona.
RIFIRRAFES ENTRE ADMINISTRACIONES
La unidad mostrada en el mes de abril entre la ministra de Sanidad, Dolors Montserrat, el exconsejero de Salud de Cataluña, Antoni Comín, y la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, duró escasos meses. Después llegaron: el referéndum ilegal de independencia convocado por la Generalitat de Cataluña el 1 de octubre; las polémicas en torno a la actuación de la Policía y Guardia Civil contra los manifestantes ese mismo día; la aplicación del artículo 155 del Gobierno sobre la autonomía de Cataluña; y la encarcelación de parte del Govern y la huida a Bruselas del resto.
La ministra de Sanidad ha manifestado que "si no fuera por el independentismo, Barcelona lo tendría muy fácil"
En todo este periodo, ha sido continuo el cruce de acusaciones entre administraciones que han terminado por perjudicar a la candidatura de Barcelona. Desde el Gobierno han repetido que ha sido su gran apuesta desde un principio, que han “redoblado los esfuerzos” para conseguirlo e incluso la ministra de Sanidad manifestó en El País que “si no fuera por el independentismo, Barcelona lo tendría muy fácil”.
Por su parte, el exconsejero de Salud, Antoni Comín, llegó a dudar del “sentido” de trabajar con Montserrat por la EMA, tras el 1-O, y su entorno acusó al Ejecutivo central de “descabezar” la candidatura de Barcelona. Finalmente, la alcaldesa de la ciudad condal, Ada Colau, cambió en la última semana al representante del Ayuntamiento que defendía esta causa ya que las bases de Barcelona en Comú rompieron el pacto con el PSC.