Eficacia de las vacunas frente a las variantes: el reto de construir una respuesta global sostenible

La expansión de las variantes se ve además favorecida por la lenta implementación de las vacunas a nivel global. Una situación que encuentra su origen en las limitaciones de las capacidades de producción y la desigualdad en su acceso.

Entrega de más de 2 millones de dosis de las vacunas en Etiopía. (Foto. COVAX   Theodros)
Entrega de más de 2 millones de dosis de las vacunas en Etiopía. (Foto. COVAX Theodros)
CS
29 junio 2021 | 13:00 h

Variantes. Estas se erigen actualmente como la gran preocupación en la lucha contra el SARS-CoV-2. Las campañas de vacunación masiva avanzan en gran parte del mundo marcadas por el temor que la aparición de nuevas variantes del coronavirus pueda suponer en términos de la inmunidad generada por los sueros. El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), Fernando Simón, afirmaba recientemente que alcanzar el 70% de la población inmunizada en España es de vital importancia para frenar la propagación de nuevas variantes. El foco ahora está puesto en la variante Delta (B.1.617.2, detectada originalmente en India) que en nuestro país ya representa entre el 3 y 4% de los nuevos contagios. La pregunta que surge ante esta fotografía es inevitable: ¿cuál es la eficacia de las vacunas?

Lo primero que debemos tener en cuenta es que, en la lucha contra las variantes del virus, la mayor prioridad se centra en los esfuerzos de secuenciación genómica de las muestras de los pacientes positivos en Covid-19. Conocer cómo se propaga el virus en los distintos territorios es fundamental. Pero existen otras prioridades como la necesidad de estudios que analicen la eficacia de las vacunas frente a las variantes para determinar si son menos eficaces y se requiere su modificación. Un esfuerzo que debe realizarse de forma conjunta a nivel internacional ya que, como hemos aprendido en el último año, el SARS-CoV-2 no entiende de fronteras.

Se están realizando esfuerzos para rastrear mutaciones y variantes virales. El objetivo es detectar rápidamente cualquier cambio que se produzca en el virus para poder evaluar sus posibles efectos. Numerosos equipos científicos en todo el mundo están secuenciando muestras y compartiendo sus resultados a través de plataformas globales como GISAID. Es importante destacar que los esfuerzos de secuenciación deben incrementarse en todos los países, especialmente en aquellos con rentas más bajas donde las tasas de vacunación son muy reducidas y es posible una mayor circulación del virus.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) está desarrollando y mejorando continuamente un marco de evaluación y seguimiento de riesgos del SARS-CoV-2 para identificar y evaluar variantes de interés y aquellas catalogadas como “de preocupación internacional”. Toda la información recopilada contribuye a la toma de decisiones globales relacionadas con los posibles cambios que puedan requerir las vacunas.

Mantener la eficacia de los sueros contra las variantes emergentes y lograr un acceso global equitativo a vacunas eficaces en todos los países es el único camino para que alcancemos una respuesta frente al virus sostenible

Aunque los modelos animales y los estudios in vitro pueden proporcionar información importante sobre la eficacia de las vacunas, continuamos necesitando datos clínicos para determinar si las vacunas están perdiendo eficacia frente a las nuevas variantes. No debemos olvidar que las variantes no son nuevas. Estas se han sucedido desde el momento en el que la comunidad científica fue consciente de los primeros casos de Covid-19. Han ido evolucionando favorecidas por algo tan sencillo como la ventaja selectiva de aquellas que son más transmisibles y, por tanto, acaban por imponerse a las demás erigiéndose como dominantes.

La expansión de las variantes se ve además favorecida por la lenta implementación de las vacunas a nivel global. Una situación que encuentra su origen en las limitaciones de las capacidades de producción y la desigualdad en su acceso. La mayoría de países en los que se están desarrollando estrategias nacionales de inmunización han puesto el foco en la protección de los servicios críticos como son los profesionales de la salud y aquellos grupos poblacionales que presentan un mayor riesgo en caso de infección. Una estrategia acertada ya que se reduce la presión asistencial en unos hospitales tensionados desde hace más tiempo del que pueden soportar y que logra reducir de forma notable la letalidad del virus. Pero no es una estrategia perfecta.

Este enfoque de vacunación ha dejado sin vacunar por el momento a los grupos poblacionales de menor edad. Precisamente aquellos que mayor movilidad y contactos sociales representan, más en un escenario de relajación y eliminación de algunas medidas preventivas como el uso de mascarillas en exteriores. Una ecuación a la que se suma la temporada estival. Cierto es que, de acuerdo a la evidencia científica, los jóvenes no suelen cursar la Covid-19 de forma grave, pero si son susceptibles a la infección por lo que nos encontramos ante un caldo de cultivo perfecto para la circulación de las variantes del virus. El mejor ejemplo de que no debemos bajar la guardia lo encontramos en el macrobrote iniciado en Mallorca y que se ha extendido a gran parte del país.

Pero no debemos olvidar el necesario enfoque global. Todos hemos sido testigos de cómo las variantes pueden surgir en cualquier parte del mundo, en cualquier momento y extenderse rápidamente. La comunidad científica ya ha observado cambios convergentes en variantes de preocupación identificadas en varios países. La modificación de las secuencias a las que se dirige una vacuna para responder a la situación epidemiológica y necesidades de un país podrían tener repercusiones en otros lugares del mundo alertan desde New England Journal of Medicine. Por lo tanto, el desarrollo de vacunas, su modificación y despliegue deben verse como esfuerzos internacionales.

La toma de decisiones sobre qué antígenos deben incluirse en las vacunas requiere de datos epidemiológicos, de biología evolutiva y clínicos sobre las respuestas inmunitarias y la eficacia continua de las vacunas frente a todas las variantes y si existe disminución de su eficacia. Aunque las vacunas están ayudando a controlar la pandemia en muchos lugares, es necesario estar preparados ante resultados no satisfactorios. Mantener la eficacia de los sueros contra las variantes emergentes y lograr un acceso global equitativo a vacunas eficaces en todos los países es el único camino para que alcancemos una respuesta frente al virus sostenible.

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