La evidencia científica destierra los principales temores de aquellos que no quieren vacunarse

A pesar de que la confianza en las vacunas continúa aumentando en todo el mundo la desinformación y falta de evidencia hace que muchas personas muestren reticencias ante los sueros.

Varias personas esperan para recibir la vacuna contra la Covid-19, a 27 de abril de 2021, en el Hospital General Universitario Gregorio Marañón (Foto: Alberto Ortega - EP)
Varias personas esperan para recibir la vacuna contra la Covid-19, a 27 de abril de 2021, en el Hospital General Universitario Gregorio Marañón (Foto: Alberto Ortega - EP)
CS
13 junio 2021 | 00:00 h

Las campañas de vacunación contra la Covid-19avanzan en gran parte del mundo. La confianza en las vacunas aumenta de forma positiva a medida que se inoculan más dosis cada día. Pero todavía quedan personas que rechazan los sueros basándose en una serie de argumentos que la evidencia científica rápidamente destierra. Motivo por el que resulta de vital importancia la información veraz y basada en la evidencia frente a un escenario globalizado en el que los bulos y mitos sobre las vacunas corren como la pólvora poniendo en riesgo no solo a aquellas personas que les dan pábulo sino a todo su entorno.

Ante esta fotografía ponemos el foco en una reciente encuesta global desarrollada por el Instituto de Innovación en Salud Global del Imperial College de Londres. Esta ha contado con la participación de más de 68.000 personas procedentes de 15 países: Australia, Canadá, Dinamarca, Francia, Alemania, Israel, Italia, Japón, Noruega, Singapur, Corea del Sur, España, Suecia, Reino Unido y Estados Unidos.

A través de esta se revela que más del 50% de los encuestados confía en las vacunas. Un porcentaje que se reporta mayor en países como Reino Unido (87%), Israel (83%) o Italia (83%). En el caso de España la confianza en las vacunas contra la Covid-19 se sitúa según los datos de esta encuesta en el 78%.

Analizando los resultados recogidos en la misma observamos una serie de motivos expuestos por aquellas personas que no quieren vacunarse o han rechazado la vacuna con las autoridades sanitarias nacionales se la han ofrecido. A continuación, se recogen algunas de las excusas más repetidas en estos 15 países por estas personas y la respuesta clara ofrecida por la evidencia científica que demuestra lo peligrosa que puede llegar a ser la desinformación.

PREOCUPACIÓN POR LOS EFECTOS SECUNDARIOS

De acuerdo a la información recogida por la Organización Mundial de la Salud (OMS), por lo general, los efectos secundarios conocidos de las vacunas contra la Covid-19 han sido leves o moderados y de corta duración. Entre ellos, se incluyen los siguientes:

  • Fiebre
  • Cansancio
  • Dolor de cabeza
  • Dolor muscular
  • Escalofríos
  • Diarrea
  • Dolor en la zona de la inyección

La probabilidad de que se dé cualquiera de estos efectos secundarios depende de cada vacuna contra la Covid-19. Es posible que se den efectos secundarios más graves o duraderos, pero son extremadamente infrecuentes. Las vacunas se monitorizan constantemente para detectar los efectos adversos inusuales.

Todas las vacunas desarrolladas contra la Covid-19 han completado exhaustivos ensayos clínicos compuestos de varias fases en los que han participado decenas de miles de voluntarios en todo el mundo

De esta forma se analizó por parte de la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés) los poco frecuentes casos de trombosis combinados con bajos niveles de plaquetas en sangre en algunos vacunados con Janssen y AstraZeneca. La EMA halló posible relación afirmando que se trata de casos muy raros y poco frecuentes concluyendo que los beneficios de las vacunas de AstraZeneca y Janssen están por encima de los posibles riesgos, recomendando su administración ante la seguridad y eficacia demostradas.

LAS VACUNAS NO SE HAN PROBADO LO SUFICIENTE

Todas las vacunas desarrolladas contra la Covid-19 han completado exhaustivos ensayos clínicos compuestos de varias fases en los que han participado decenas de miles de voluntarios en todo el mundo. En el caso de la Unión Europea, la EMA revisa al detalle toda la información y datos procedentes de estos ensayos antes de dar luz verde a un suero que posteriormente es autorizado para su comercialización de emergencia por la Unión Europea.

Una vez una vacuna ha completado este proceso tanto los fabricantes como organismos internacionales y nacionales continúan realizando una labor de farmacovigilancia para detectar cualquier tipo de incidencia. Cabe señalar que los ensayos clínicos se mantendrán activos al menos dos años para seguir recabando datos sobre las vacunas.

PREOCUPACIÓN POR EL TIPO DE VACUNA

Ninguna vacuna es mejor que otra. Tal y como se ha explicado a lo largo de estas líneas todas las vacunas que se inoculan han superado controles de calidad y eficacia, han sido probadas en miles de voluntarios y se sigue vigilando al detalle su desempeño a nivel global. Ante esta preocupación ha jugado un nefasto papel la desinformación.

SE HAN DESARROLLADO DEMASIADO RÁPIDO

Los fabricantes insisten en que no se han acortado plazos y las vacunas son seguras y eficaces.

La reducción de los plazos en su desarrollo no responde a eliminar fases en sus ensayos sino a un aumento de la inversión que permite acelerar su producción, por ejemplo. De forma tradicional un candidato a vacuna completa los ensayos clínicos y es en ese momento en el que se inicia en un periodo de entre cinco y seis años que podemos denominar como de “desarrollo industrial”. En el caso de la vacuna de Pfizer y BioNTech, este proceso se ha reducido a apenas seis meses gracias a una inversión de 10 billones de dólares.

Es necesario indicar además que otro de los motivos por los que las vacunas se han desarrollado a mayor velocidad es la respuesta de los voluntarios participantes en los ensayos que consiguieron reclutar decenas de miles de personas en todo el mundo en muy poco tiempo.

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