Carmen Montón: “La salud debe ser un derecho universal. Si no, es un privilegio”

Con motivo de los dos años del RD de sanidad universal, ConSalud.es ha entrevistado a Carmen Montón, exministra de Sanidad. La actual embajadora española ante la OEA habla sobre la norma y sobre la gestión de la pandemia.

Carmen Montón, embajadora observadora permanente de España ante la OEA y exministra de Sanidad (Foto: OEA)

El paso de Carmen Montón por el Ministerio de Sanidad fue corto: tres meses después de asumir el cargo dimitió tras ser acusada de irregularidades en la obtención de un máster en la URJC, causa que finalmente fue archivada por la justicia. Sin embargo, en el sector se recuerda a la exministra de Sanidad por haber aprobado el Real Decreto-ley 7/2018, de 27 de julio, sobre el acceso universal al Sistema Nacional de Salud. Tras años de numerosas denuncias de exclusión sanitaria, debido al RD 16/2012 de Ana Mato, el primer Gobierno de Pedro Sánchez tomó la universalidad como una de sus banderas y en los primeros meses de mandato dio luz verde a esta norma. A pesar de ello, se siguen sucediendo la vulneración del derecho a la salud, tan solo dos años después. Con motivo de este aniversario, ConSalud.es ha entrevistado a Carmen Montón, actual embajadora observadora permanente de España ante la Organización de los Estados Americanos (OEA), quien ha compartido sus reflexiones sobre el RD de universalidad.

Se cumplen dos años desde que el Gobierno aprobara el RD sobre el acceso universal al SNS. Fue una de las principales promesas sanitarias electorales del PSOE en esa época y prácticamente su primera medida al llegar al Ministerio. ¿Por qué fue su principal bandera?

Tengo la firme convicción de que la salud es un derecho, y si no es para todas las personas deja de serlo y se convierte en un privilegio. La salud debe ser, por tanto, un derecho universal. En España de manera injustificada y bajo un falaz argumento de ahorro económico, miles de personas sufrieron exclusión sanitaria, debido al recorte en derechos que suponía el decreto de Rajoy 16/2012. Esa norma restrictiva supuso que en nuestro territorio personas sufrieran algo a lo que en España no estamos acostumbrados, que es la preocupación de enfermar y no tener dinero para pagar la atención, como sucede en otros países desarrollados con sistemas de salud que mantienen a millones de personas sin seguro, y, por tanto, sin protección ante problemas graves de salud.

“Mantener un minuto más el articulado excluyente sobre aseguramiento del RD 16/2012 era mantener la discriminación y la injusticia”

Imaginemos la actual situación de pandemia con una parte de la población sin posibilidad de ser atendidos y a un sistema de salud sin la posibilidad de tener control de contactos ni rastreo porque no tiene registros ni datos de esas personas. En este asunto perdíamos todos, primero las personas afectadas por el recorte inhumano de derechos y también el conjunto de la ciudadanía por la pérdida insensata de control de la salud pública.

El RD se quiso tramitar como proyecto de ley, pero decayó tras la disolución de las Cortes y aún no hay previsión de que se vuelva a presentar. A pesar de las intenciones, ¿cree que la situación ahora es mejor o peor que antes del RD?

Sin duda mejor. La tramitación como proyecto de ley y todo el proceso legislativo sin duda hubiera conseguido aún mayor consenso sobre el producto final como suele suceder con la aportación de los grupos parlamentarios, pero mantener un minuto más el articulado excluyente sobre aseguramiento del RD 16/2012 era mantener la discriminación y la injusticia, además de un perjuicio para la salud pública que en este contexto hubiera supuesto un grave escollo en el manejo de la actual crisis.

Carmen Montón, exministra de Sanidad, defendiendo el RD de universalidad (Foto: Congreso)

Varios colectivos, como REDER o ‘Yo sí, Sanidad universal’, denuncian que lejos de mejorar, se ha agravado la situación, especialmente en personas extranjeras en situación de mayor vulnerabilidad, como mujeres embarazadas o menores de edad. ¿Qué tiene que decir?

Viví como consellera de Sanitat de la Comunidad Valenciana la inseguridad de trabajar bajo normas autonómicas de recuperación de la atención sanitaria universal que colisionaban frontalmente con la estatal de Rajoy y que fueron recurridas por el Gobierno central ante el Tribunal Constitucional. La práctica totalidad de las comunidades autónomas de un modo u otro habían sorteado con normas o por la vía de los hechos el decreto 16/2012 de exclusión sanitaria. Con el RD que se aprobó en 2018 se eliminó esa incertidumbre y se cohesionó el paraguas legal para todas las CCAA. Eso ya fue un gran avance. Además se marcó el mensaje alto y claro de que la salud es un derecho universal.

“La implementación de la nueva norma no ha sido homogénea. Las CC.AA. deben cumplir la ley sin hacer interpretaciones disparatadas o torticeras que se alejan de su espíritu”

Durante la rápida redacción del Decreto-Ley 7/2018 de recuperación de la universalidad trabajamos junto a colectivos de defensa de la sanidad y de la universalidad, entre ellos los colectivos que menciona, en un diálogo constante y constructivo. Vivimos el proceso juntos y ellos saben que el espíritu y la letra del decreto busca la universalidad de la atención. El decreto fue más allá incluso de lo que ningún colectivo social proponía como fue desvincular definitivamente a la seguridad social del aseguramiento sanitario, es decir, vincularlo exclusivamente a la ciudadanía. La implementación de la nueva norma no ha sido homogénea, y algunas CCAA hacen una interpretación alejada no solo del espíritu sino contraria a la norma cuando excluyen a menores o a embarazadas. Desde las organizaciones de defensa de la sanidad y de los derechos sanitarios y humanos, y desde el propio Ministerio se debe monitorizar esas situaciones y corregirlas, pues la norma estatal tiene prevalencia. Por mi parte, y me atrevo a hablar en nombre del Gobierno, estaremos siempre junto a los grupos sociales reivindicando y trabajando por el derecho a la asistencia sanitaria para todos. Ahora las CCAA deben cumplir la ley sin hacer interpretaciones disparatadas o torticeras que se alejan de su espíritu. Un espíritu que no es otro que el reconocimiento y protección para todas las personas del derecho a la salud por el hecho de serlo.

¿Cree que la pandemia del coronavirus ha puesto de manifiesto, a nivel nacional y mundial, que existen colectivos excluidos de la asistencia sanitaria y que puede desembocar en un mayor agravio sobre el resto de la población?

Así es, donde no existe la asistencia universal existe mayor desigualdad, y este contexto pandémico ha agravado esa brecha. Muchos están ahora descubriendo la importancia de la salud pública que han desmantelado. Durante años han pensado que era un negocio y que cada uno debía asumir sus costes. Ese era el camino que nos han ido dibujando, desmontando la sanidad pública a base de recortar asistencia, expulsando a sus usuarios hacia los seguros privados, cerrando las estructuras de salud pública, de promoción y prevención, recortando en atención primaria o directamente privatizando el sector sanitario y el sector de la atención social, y estableciendo exclusiones y copagos. Eso eran considerados, sectores comerciales como cualquier otro. La pandemia nos está enseñando con toda su crudeza que necesitamos sanidad pública, mucha y bien preparada, de calidad, universal, con estructuras de vigilancia epidemiológica de salud pública, programas de prevención y promoción de la salud y una atención primaria muy bien dotada de recursos y cartera, con nuevas capacidades y mayor prestigio, que se implique también en la atención a la salud mental, a la cronicidad y a los mayores.

El artículo 43 de la Constitución Española reconoce el derecho a la protección de la salud. ¿Cree que está bien regulado así o está a favor de que se modifique para blindar el derecho a la asistencia sanitaria?

Desde mi etapa de consellera de Sanitat en la Comunidad Valenciana he reivindicado y propuesto que se aproveche la reforma constitucional pendiente para consolidar y situar la salud como pieza fundamental del Estado del bienestar. De modo que pase a ser considerada un derecho fundamental y así pueda ser exigida por la ciudadanía.

“Mientras no sea un derecho fundamental, la salud quedará al deseo de los gobiernos de turno y desprotegido frente a recortes y exclusiones que lo socaven”

Mientras no sea un derecho fundamental quedará al deseo de los gobiernos de turno y desprotegido frente a recortes y exclusiones que lo socaven. Son muchos los ejemplos que se pueden relatar, uno de ellos la exclusión sanitaria, pero el más sangrante fue la falta de acceso para todos los pacientes de los tratamientos de la Hepatitis C. Creo que es el momento de dar un paso más y proteger el derecho a la salud de forma universal como derecho fundamental, cuando se reforme la Constitución.

La exministra de Sanidad, Carmen Montón (Foto: La Moncloa)

¿Qué le pediría al ministro Salvador Illa, para que se siga garantizando el acceso universal a la asistencia sanitaria, dado que la regulación actual se ha demostrado insuficiente?

En mi opinión, la norma marca el mandato de la asistencia universal de forma rotunda. Lo que tienen que hacer las CCAA es cumplir la ley, no interpretarla de manera restrictiva, pues su espíritu es el de garantizar el derecho a todas las personas. Confío que con el desarrollo de la ley pendiente se pueda resolver cualquier interpretación a la baja del derecho que se quiera hacer. En todo caso si existe un empeño deliberado y persistente de restringir el derecho a la salud, saliéndose de la norma aprobada en 2018 y poniendo en peligro la salud individual y colectiva, siempre existen mecanismos para combatirlo que se pueden usar.

“Probablemente Illa sea el ministro de Sanidad al que le ha tocado vivir la situación más dura, y ciertamente lo está afrontando de manera notable”

Pero en todo caso, lo que le diría al ministro es que siga teniendo ese espíritu constructivo y reformista para garantizar el derecho a la salud desde una sanidad pública fuerte, universal y de calidad.

Como ex ministra de Sanidad, ¿qué le parece la gestión que ha realizado el Gobierno y el Ministerio de la pandemia del coronavirus?

Probablemente Illa sea el ministro de Sanidad al que le ha tocado vivir la situación más dura, y ciertamente lo está afrontando de manera notable, por lo que quiero trasladarle mi más sincero reconocimiento y afecto. Él y todo su equipo han vivido los momentos más duros que nunca se hayan vivido en el Ministerio de Sanidad. Y que en general lo han hecho bien, y con una gran dedicación y facilitando la información a la ciudadanía casi en tiempo real.  Me consta que no han descansado ni un momento. Además, hemos visto lo injusto y fácil que es establecer críticas a posteriori o subrayar los errores de los demás sin aportar ninguna solución, ni arrimar el hombro. Por lo que a veces, además del enemigo del Covid-19, han tenido que hacer frente a bulos y criticas maliciosas. Sinceramente, al Ministerio aún le queda mucho trabajo por delante, el Covid-19 aún no se ha ido, y necesitamos que todo el mundo aporte su granito de arena y se una en la búsqueda de soluciones presentes y futuras. Aprovecho además para mostrar mi reconocimiento a todo el equipo del Ministro Illa, y quiero nombrar especialmente el trabajo de Fernando Simón.

¿Ha pensado en cómo hubiese actuado usted si tuviera que haber afrontado esta situación como ministra?

La verdad es que no lo he pensado. Desgraciadamente, como para muchas personas y familias, la situación vivida durante el estado de alarma y confinamiento fue muy exigente no exenta de preocupaciones inmediatas y no se me ocurrió detenerme en imaginar la situación.

“Ojalá lo que tan duramente vivimos y superamos en España sirva de aprendizaje para los países de las Américas que ahora están viviendo el peor momento de la pandemia”

¿Por qué cree que el impacto de la Covid-19 ha sido tan importante en España?

Es importante hacerse las preguntas, pero también contestarlas con un poco de perspectiva y aún falta tiempo para poder saber algunas respuestas. El virus sigue entre nosotros y se continúa trabajando para que el impacto sea el menor posible para todos. Además, sociedades que en el peor momento de España e Italia nos miraban con incredulidad hoy, al igual que nosotros en su momento, viven una situación aún más difícil. Ojalá lo que tan duramente vivimos y superamos en España sirva de aprendizaje para los países de las Américas que ahora están viviendo el peor momento de la pandemia.

Con lo que me quedo es que gracias al esfuerzo de toda la ciudadanía, con responsabilidad y sacrificio, hemos aprendido a responder y frenar al virus. Ahora no podemos parar y hay que seguir manteniendo la tensión para no desandar el camino.

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