Entre un 5,5 y un 17,9% de mujeres sufren algún TCA: "Se trata solamente de la punta del iceberg"

Los factores genéticos pueden llegar a ser responsables de un trastorno de la conducta alimentaria en un 60 u 80%

Trastorno Alimenticio. (Foto: Freepik)
Trastorno Alimenticio. (Foto: Freepik)
CS
28 noviembre 2023 | 13:45 h

Las cifras que se manejan para la prevalencia total de los trastornos alimentarios en personas jóvenes oscilan entre el 5,5 y el 17,9% en mujeres y entre el 0,6 y el 2,4% en varones. Los cánones de belleza impuestos por la sociedad, unidos a las redes sociales e, incluso, a la reciente pandemia de Covid-19, están provocando que cada vez más jóvenes caigan en este tipo de trastornos.

Uno de los mayores expertos españoles en trastornos de la conducta alimentaria, el profesor Francisco J. Vaz Leal, catedrático de Psiquiatría de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud de la Universidad de Extremadura, explicó durante el XXVI Congreso Nacional de Psiquiatría:  “Son cifras preocupantes, qué duda cabe, más aún cuando consideramos que en muchos casos se trata solamente de “la punta del iceberg”, y todavía más si tenemos en cuenta que los trastornos de la alimentación tienden a persistir a lo largo del tiempo y presentan una gran tendencia a la recurrencia y a asociarse con otros problemas psiquiátricos, como la ansiedad o la depresión".

ORÍGENES DE LOS TRASTORNOS DE LA CONDUCTA ALIMENTARIA

Las causas de los trastornos alimentarios son múltiples, ya que surgen de la interacción de factores biológicos con factores de tipo psicológico o psicopatológico y factores de tipo social o cultural. "Afectan preferentemente (aunque no exclusivamente) a personas jóvenes de sexo femenino, con un espectro de edad que cada vez se amplía más, en el sentido de que los vemos aparecer en chicas cada vez más jóvenes y personas cada vez más mayores", adviertió el Prof. Vaz Leal.

Dentro de las causas, la genética juega un papel importante en la génesis de los trastornos alimentarios en tanto que es un elemento determinante de la predisposición, pudiendo llegar los factores genéticos a ser responsables del problema en un 60-80%. Se asocian a la vulnerabilidad genética, todavía a nivel biológico, otros factores que tienen que ver con la regulación del apetito, con la sensibilidad de determinadas áreas cerebrales relacionadas con la recompensa, otros elementos de tipo endocrinometabólico y un largo etcétera, del que cada vez vamos sabiendo más. En algunos casos, determinados acontecimientos traumáticos acaecidos durante la infancia se añaden para provocar cambios epigenéticos e incrementar la fragilidad del futuro paciente.

"Gran sensibilidad ante las valoraciones ajenas, alteraciones de la imagen corporal y problemas de alexitimia"

Los sujetos que padecen trastornos alimentarios, por otra parte, suelen presentar características psicológicas bastante específicas, como por ejemplo, rasgos de tipo obsesivo-compulsivo o rasgos propios del trastorno por déficit de atención con hiperactividad. También suelen ser muy perfeccionistas y exhiben a menudo rasgos evitativos de personalidad. A ello se añaden en muchos casos dificultades de relación, una gran sensibilidad ante las valoraciones ajenas, alteraciones de la imagen corporal y problemas de alexitimia (incapacidad o dificultad para reconocer y expresar las emociones propias).

El entorno social y cultural juega, finalmente, un papel importante en el desencadenamiento de estos problemas. "Factores tales como las burlas relacionadas con la imagen corporal o la idealización social de la delgadez mueven a muchas personas hacia la dieta, que es en una gran parte de los casos la puerta de entrada en el trastorno alimentario", puso de manifiesto el catedrático de Psiquiatría.

LA COVID-19 COMO AGRAVANTE

Según describe el experto, el confinamiento impuesto durante la pandemia de COVID-19 provocó un agravamiento en la mayoría de los casos, ya que potenció tanto el aislamiento (en personas con problemas de relación interpersonal) como el incremento de los contactos con la familia (en casos de pacientes que tenían una mala relación familiar). También provocó problemas de acceso a los dispositivos asistenciales, con interrupción en muchos casos de los tratamientos en curso y problemas de seguimiento clínico (por ejemplo, en lo referente al estado de nutrición). El resultado, de acuerdo con lo que han reflejado diversos estudios, fue un incremento de las hospitalizaciones, una acentuación de los síntomas y un agravamiento de otros problemas asociados, como la depresión, la ansiedad o el insomnio.

TRATAMIENTOS EXISTENTES

La efectividad de los tratamientos farmacológicos en los trastornos alimentarios "es limitada" y, aunque se utilizan con frecuencia diversos fármacos para el tratamiento de los problemas asociados (como la depresión o la ansiedad), tan solo tres fármacos tienen, a día de hoy, reconocida inequívocamente su utilidad: La olanzapina en la anorexia nerviosa, la fluoxetina en la bulimia y la lisdexanfetamina en el trastorno de atracones. Asimismo, el catedrático de Psiquiatría añade que "las psicoterapias (en su formato familiar, cognitivo-conductual, interpersonal o siguiendo otros formatos más o menos específicos) siguen siendo elementos centrales en el tratamiento y deberían usarse sistemáticamente en estos pacientes".

Además, los psiquiatras españoles han aprovechado la celebración del congreso para advertir de que “negar los trastornos mentales graves de la personalidad solo lleva a abandonar a las personas afectadas a su suerte y dejar que sean maltratadas o abusadas por otros. Negar la depresión y equipararla al malestar social solo lleva a la destrucción de relaciones y al incremento de suicidio”. 

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