Investigación en España: precaria, con pocas oportunidades y lejos de ser prioridad para el Gobierno

Los investigadores españoles señalan que la situación de la ciencia en España "es triste", porque "no es que no haya capacidad, es que no hay recursos".

Investigadores denuncian la precariedad de la ciencia en España. (Foto. Iván Atienza)
Investigadores denuncian la precariedad de la ciencia en España. (Foto. Iván Atienza)

“No es fácil”, “mucha vocación y sacrificio”, “es complicado”, “no hay color en comparación con otros países”… Son algunos de los mantras más repetidos por aquellos comprometidos con la ciencia en España. En conversación con este medio, coinciden en comparar la investigación científica en nuestro país con una suerte de "tira y afloja" entre la vocación y la precariedad, donde parece difícil y cuestión de suerte encontrar estabilidad.

“Es una carrera de obstáculos que no acaba nunca”. Así describe Iván Atienza la situación de los investigadores en España. Con 23 años, y un currículum en el que ya incluye un grado en Biotecnología, un máster en Biología Molecular y Biomedicina y una amplia experiencia trabajando en laboratorios, atiende a ConSalud.es desde Holanda, país al que recientemente se ha mudado para trabajar en una empresa de diagnóstico de la Covid-19.

Irse fuera del país en busca de oportunidades es lo normal para los investigadores españoles, no solo porque supone una experiencia enriquecedora tanto a nivel personal como profesional, sino porque la situación en España deja bastante que desear. “Cuando te metes en investigación, ves cómo está la situación: parece que no hay alternativa a la precariedad”, confiesa el valenciano, a la vez que añade, que es poca la gente que no se haya planteado en algún momento de su carrera optar por emigrar o incluso abandonar la ciencia y apostar por otras salidas laborales.

“No hay color”, comenta Pilu Martínez, al comparar su experiencia en centros españoles - entre los que se incluye una beca en el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) -, con su trabajo en un laboratorio en Burdeos (Francia). También biotecnóloga, la madrileña tiene 25 años y un futuro prometedor en el campo de la neurociencia. Desde diciembre de 2020 ha solicitado becas, participado en programas y aplicado a un sinfín de convocatorias, y aún así “ha sido imposible encontrar algo en España", comenta para este medio. Ahora, se prepara para realizar un doctorado en neurociencia en Bruselas (Bélgica).

“Es triste, porque no es que no haya capacidad en España, es que no hay recursos”

Los investigadores españoles son conscientes de estas dificultades desde que comienzan la carrera. En este sentido, Lucas Taoro, biólogo y miembro de la Coordinadora Marea Roja de la Investigación, explica para ConSalud.es que si los contratos predoctorales son pocos, "los postdoctorales son aún más escasos”. Además de la falta de oportunidades, las prácticas no remuneradas y la dificultad para conseguir una beca o contrato incluso con un expediente brillante, los problemas persisten incluso cuando se consigue encontrar "la aguja en el pajar".

Y es que no solo los salarios suelen dejar bastante que desear, sino que una vez dentro del sector, se presenta un nuevo problema: los recursos limitados. “Cuando estuve en el CSIC, nos contaban cómo funcionaban los laboratorios en otros países. En el Instituto Max Planck de Múnich, por ejemplo, si querían algo, lo pedían y lo tenían. Aquí no es así porque hay poco presupuesto”, comenta Martínez. Sobre su estancia en Burdeos, tiene el mismo sentimiento: no se puede comparar la situación en España con la de otros países. “Es triste”, continúa la biotecnóloga, porque “no es que no haya capacidad en España, es que no hay recursos”.

Estamos muy lejos del 2,20% del PIB que se invierte en ciencia de media en Europa, con un discreto 1,25%” informa Taoro. “La investigación es súper importante porque es el motor del mundo ahora mismo: si un país no tiene I+D, se queda a la cola del mundo. El progreso, al fin y al cabo, está en la I+D”, sostienen los biotecnólogos. Invertir en ciencia, es invertir en progreso y economía, solo hay que echar un vistazo a los países más ricos de la Unión Europea y que más invierten en este sector: Alemania, Suecia o Dinamarca, entre otros.

Taoro, en representación de la Marea Roja de la Investigación, subraya que “el compromiso del Gobierno con la ciencia española es más bien fachada”

Es lógico pensar que la gran inversión que estos países hacen en materia de ciencia, se traduce en un impacto positivo, más grande que la cantidad invertida. No solo una mayor financiación es necesaria, sino que esta inversión pública presupuestada debe ser ejecutada. En este sentido, desde Marea Roja informan que “hace años que en España, una buena parte de la inversión pública presupuestada para I+D+i termina no ejecutándose, concretamente la que se destina a incentivar la investigación y el desarrollo en el sector privado”. Estos hechos se omiten siempre que los dirigentes políticos hablan de porcentajes y cifras. “Se pueden hacer muchas cosas, aunque sea con un aumento del 0,5%” apostilla Atienza.  

Con todo, a pesar de que los expertos en la materia lo tienen claro, y todavía cuando una pandemia ha dejado en evidencia la importancia de la investigación científica, los datos y presupuestos de nuestro país revelan que la ciencia sigue sin ser una prioridad.

El gobierno de coalición, con Pedro Sánchez a la cabeza, ha dedicado un ministerio entero a la Ciencia e Innovación. Esta medida podría interpretarse como un compromiso con el sector, pero nada más lejos de la realidad, según estos jóvenes investigadores. Taoro subraya que el compromiso del Gobierno con la ciencia española "es más bien fachada”. “Puro marketing, no hay más que ver a quien pusieron de ministro”, comenta Atienza, haciendo referencia al exministro de Ciencia e Innovación, el astronauta Pedro Duque.

“Al final, te ves con 30 o 40 años y aún encadenando becas y contratos temporales. Es muy sacrificado”

Es cierto que el Ministerio de Ciencia e Innovación, cartera dirigida ahora por Diana Morant, ha tomado medidas que obedecen a las demandas del sector. Como ejemplo, el Estatuto del Personal Investigador en Formación de 2019, una reforma muy aplaudida por los investigadores. Sin embargo, desde el sector insisten en que se trata de cambios demasiado modestos teniendo en cuenta la situación que vive la ciencia.

Además, Taoro señala que no se puede dejar de lado que la mayoría de quienes acaban abandonando el país, como es el caso de Iván o Pilu, han estudiado en universidades públicas españolas: “Estamos gastando dinero en formación de estas personas para engrosar la masa crítica de científicos en otros países”.

Y a tanta precariedad, se suma la dificultad de compaginar la vida laboral con la personal. En conversación con este medio, los jóvenes, aunque se muestran optimistas, no pueden evitar soltar un suspiro mientras piensan en el futuro: “Al final, te ves con 30 o 40 años y aún encadenando becas y contratos temporales. Es muy sacrificado”.

Tanto las asociaciones como los investigadores españoles exigen medidas urgentes que apuesten por el I+D y valoren la labor y el trabajo de los científicos en nuestro país: “Nunca nos convertiremos en Alemania, Suecia o Dinamarca si seguimos así”.

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